El Barbero de Sevilla


La Asociación Musical DSV asiste a la representación de El Barbero de Sevilla el domingo día 3 de marzo a las 19 horas en el Palau de les Arts de Valencia.




Aquí les dejamos algunos fragmentos:







Y la ópera completa:



S I N O P S I S     A R G U M E N T A L

Acto I
Una calle de Sevilla. Amanece. El Conde Almaviva, enamorado de Rosina, contrata a unos músicos para que toquen una serenata bajo su balcón. Sin embargo, la hermosa joven no llega a asomarse, debido a la rígida tutela a la que se ve sometida, día y noche, por parte de su tutor Don Bartolo, un hombre de avanzada edad que aspira a casarse con ella para hacerse con su dote. Cuando los músicos se marchan, el conde se encuentra con Figaro, un barbero de Sevilla y antiguo criado suyo. De repente, se abre el balcón y Rosina arroja una nota que el conde recoge enseguida. Al leerla, comprende que la joven se siente prisionera en aquella casa. 
Don Bartolo marcha a hacer un recado. Almaviva aprovecha su ausencia para cantarle una serenata a Rosina, en la que se presenta como Lindoro, un humilde joven enamorado de ella. Justo cuando la muchacha va a responderle emocionada, alguien la obliga a retirarse y cierra el balcón. El conde, indignado, solicita a su antiguo sirviente que le ayude a introducirse de alguna manera en la casa para estar cerca de ella. Figaro le propone que se cuele como un militar que finge estar borracho.  
Mientras, la enamoradiza Rosina, que no ha dejado de pensar en Lindoro (en realidad el conde), le escribe una carta de amor que pretende hacerle llegar a través de Figaro. Regresa Don Bartolo, quien al poco rato recibe la visita del maestro de música de Rosina, Don Basilio. Éste le informa de que el Conde Almaviva ha llegado a Sevilla atraído por la belleza de su pupila Rosina, por lo que propone difundir una calumnia sobre el noble que lo aleje de la ciudad. El barbero lo ha escuchado todo y se lo cuenta a Rosina, momento que ésta aprovecha para entregarle la misiva. Figaro sale precipitadamente. Don Bartolo, al sospechar que traman algo, cuenta las hojas de papel del escritorio y descubre que falta una. Rosina, pese a su astucia y capacidad de improvisación, no logra convencer a su tutor con sus explicaciones, sino más bien enfurecerlo aún más. 
Almaviva se presenta en casa de Don Bartolo disfrazado de militar y simulando síntomas de embriaguez. Don Bartolo se niega a hospedarlo y marcha a buscar un documento que le dispensa de ello. Entonces, Almaviva le cuenta a Rosina que él es Lindoro y que viene a liberarla de su tutor. Ante la negativa del militar a salir de su hogar, Don Bartolo llama a la guardia para que se lo lleven. Cuando va a ser detenido, él muestra el anillo que desvela su linaje y la guardia se cuadra estupefacta ante él, creando un desconcierto generalizado. 
Acto II
El Conde Almaviva se disfraza de sacerdote para introducirse de nuevo en casa de Don Bartolo. Esta vez se inventa que es alumno de Don Basilio, quien está enfermo y le ha enviado a dar la clase de canto a Rosina en su lugar. Comienza la lección. Don Bartolo escucha sentado sin quitarles el ojo de encima, hasta que se duerme, lo que da pie a que Rosina y el conde se declaren su amor. Pero el tutor se despierta enseguida y comenta que la música que interpretan es demasiado moderna. 
Irrumpe Figaro con la excusa de que debe afeitar a Don Bartolo en ese preciso momento, ya que esa tarde tiene otras cosas que hacer. El pícaro barbero se las ingenia para sustraer la llave que abre el balcón de la habitación de Rosina. Inesperadamente aparece Don Basilio, quien se sorprende cuando le dicen que tiene la escarlatina. Está a punto de echarlo todo a perder, hasta que el conde le da disimuladamente una bolsa con dinero y él opta por seguir la corriente a los tres pillos y marcharse. 
Figaro afeita a Don Bartolo para distraerlo de los dos enamorados. Mientras, el conde detalla a Rosina su plan para rescatarla a media noche por el balcón de su habitación. Pero el tutor acaba por descubrir el embrollo y Figaro y el conde huyen de la casa. A tenor de los acontecimientos, Don Bartolo ve necesario acelerar su boda con Rosina. Para ello, hace creer a la muchacha que Lindoro (el conde) y el barbero en realidad pretenden entregarla a los brazos del Conde Alamaviva. Ella, al creerse traicionada, revela a su tutor los detalles del plan para raptarla. Don Bartolo le ordena que se encierre en su habitación mientras él parte en busca de la guardia. 
Se desencadena una tormenta. El conde y Figaro se introducen en el dormitorio de Rosina por el balcón. El noble, al ver a Rosina consternada, le revela su verdadera identidad. Aclarado el malentendido, los tres se disponen a huir. Pero Don Bartolo ha retirado la escalera del balcón para impedirlo. Para colmo llega Don Basilio con el notario, dispuestos a casar a Rosina con su tutor. Sin embargo, el conde soborna de nuevo al músico para que el contrato matrimonial que se firme ante el notario sea el de Rosina con Almaviva. Cuando llega Don Bartolo con la guardia ya están casados. El conde descubre su identidad a Don Bartolo y le ofrece quedarse con la dote de Rosina. Así, todo el mundo sale ganando.