La Asociación Musical DSV asiste a Die Zauberflöte en Les Arts



Die Zauberflöte 

[La flauta mágica]

Wolfgang Amadeus Mozart

1, 4, 7, 9, 13, 15 diciembre 2018
Sala Principal
Singspiel en dos actos. Música de Wolfgang Amadeus Mozart. Libreto de Emanuel Schikaneder. Estreno: Viena, 30 septiembre 1791, Theater auf der Wieden.
Tamino
Dmitry Korchak
Pamina
Mariangela Sicilia
Papageno
Mark Stone
Königin der Nacht
(Reina de la Noche)
Tetiana Zhuravel
Sarastro
Wilhelm Schwinghammer
Monostatos
Moisés Marín
Papagena
Júlia Farrés-Llongueras

Dirección musical
Lothar Koenigs
Dirección de escena
Graham Vick
Escenografía y vestuario
Stuart Nunn
Iluminación
Giuseppe Di Iorio
Coreografía
Ron Howell
Nueva coproducción
Macerata Festival
Palau de les Arts
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Cor de la Generalitat Valenciana

Die Zauberflöte, luz veteada de sombras.
Wolfgang Amadeus Mozart, en la intimidad de las cartas que remitía a familiares y amigos, soñaba con la creación de una Ópera Alemana, apoyada por las naciones germánicas y sustentada por sus artistas, sus dirigentes y sus pueblos.
A punto de alcanzar el oscuro horizonte de su vida, Mozart regalaba al mundo la creación más enigmática de su producción, Die Zauberflöte, que ofrece al espectador un luminoso espectáculo musical lleno de mistéricas sombras, de ritos iniciáticos y de mensajes cifrados en la más pura tradición intelectual del Siglo de las Luces.
En 1791, dos meses escasos antes de su muerte, el inmortal autor conseguía poner la primera piedra de su sueño teatral: Die Zauberflöte, un singspiel trufado de diálogos que será considerado por siempre la primera ópera de la venidera nación alemana.

ACTO I
Región rocosa. Una serpiente gigante persigue al príncipe Tamino. Fatigado, el joven cae inconsciente al suelo, justo cuando aparecen tres damas misteriosas que dan muerte al reptil. Prendadas de la belleza de Tamino, discuten quién de ellas se quedará a velarlo mientras las otras dos acuden a informar del suceso a la dueña y señora de aquellos dominios, la Reina de la Noche. Finalmente parten las tres. Cuando el príncipe despierta, Papageno, un bonachón y fanfarrón cazador de pájaros que trabaja para la Reina de la Noche, se atribuye el mérito de haber matado él mismo a la bestia. Su alarde es escuchado por las tres damas, que castigan al pajarero poniéndole un candado en la boca por mentiroso. A continuación muestran a Tamino el retrato de la joven princesa Pamina, hija de la Reina de la Noche. Él queda embelesado por su belleza al instante. Súbitamente hace su aparición la Reina de la Noche, quien encomienda al valeroso joven el rescate de su hija de los dominios de Sarastro, sumo sacerdote de Isis y Osiris. El príncipe recibe una flauta mágica que tiene el poder de alterar el estado de ánimo de quien escucha la melodía producida con ella. Para Papageno, que le acompañará en esta aventura, un carillón con poderes mágicos.
Palacio de Sarastro. Pamina se lamenta del persistente acoso que sufre por parte de Monostatos, un moro al servicio de Sarastro que está enamorado de ella. Papageno, que se ha adelantado a Tamino, accede a la estancia de la princesa y le cuenta que un príncipe enamorado de ella vendrá a rescatarla. Pamina se siente dichosa. Papageno, por su parte, le confiesa que a él también le gustaría tener alguien a quien amar. La princesa lo consuela diciéndole que algún día encontrará a su Papagena. Ahora, es momento de huir, antes de que regrese Monostatos.
Tres muchachos guían a Tamino hasta los tres templos regidos por Sarastro (Razón, Naturaleza y Sabiduría). Un sacerdote que sale a su encuentro le explica que la Reina de la Noche ejerce mala influencia sobre su hija y por esa razón Sarastro la ha apartado de ella. Tamino comienza a tocar la flauta y su sonido llega hasta Papageno y Pamina, que huyen perseguidos por Monostatos. Éste, consigue darles alcance con ayuda de sus hombres. Entonces, Papageno hace sonar su carillón hasta que los embelesa. Por fin pueden partir en busca de Tamino, pero se abren las puertas del templo y aparecen Sarastro y su séquito. Pamina confiesa que en realidad huyó acosada por las insinuaciones de Monostatos. Éste, irrumpe orgulloso de traer a Tamino prisionero. Cuando Pamina reconoce en él al príncipe que viene a rescatarla, se emociona. Ambos se abrazan. Sarastro ordena que Monostatos sea castigado y que se lleven a Tamino y a Papageno para que sean purificados en el templo.
ACTO II
Tamino y Papageno se someten a las pruebas preparatorias que los sacerdotes exigen para acogerlos en el templo. Se les ha impuesto la prohibición de hablar con cualquier mujer. Las tres damas vienen a tentarlos para que huyan de los adoctrinamientos de Sarastro, pero ellos siguen el consejo de los sacerdotes. Mientras, en un jardín próximo al templo, Pamina recibe la visita de su madre. Furiosa, la Reina de la Noche le exige que mate a Sarastro con el puñal que le entrega, o nunca más volverá a verla. Pamina queda horrorizada. Sarastro la consuela y logra convencerla para que continúe su camino por la senda del amor y no por la del odio y la venganza.
Tamino y Papageno prosiguen con su promesa de silencio. Una misteriosa anciana conversa con Papageno, pero desaparece enseguida. Pamina llega atraída por la melodía de la flauta de Tamino. Al ver que él no le habla, se marcha con el corazón destrozado. A Papageno se le vuelve a aparecer la anciana, que esta vez le pide que se case con ella. Él acepta, pues está falto de amor. De repente, la viejecita se transforma en una joven y bella Papagena. Sin embargo, Papageno aún no está preparado para ella y un sacerdote la aparta de él.
Pamina, al creer que Tamino no la ama, está a punto de suicidarse con el puñal que le entregó su madre. Los tres muchachos la detienen y la conducen hasta donde está Tamino, quien se dispone a enfrentarse a las pruebas del fuego y del agua impuestas por los sacerdotes. Juntos, y con la ayuda de la flauta mágica, consiguen superarlas. Papageno, desesperado por la desaparición de Papagena, quiere ahorcarse. De nuevo, la intervención de los tres muchachos evita el fatal desenlace. Además, animan al pajarero a que haga sonar su carillón. Así lo hace, y enseguida recupera a Papagena.
Mientras, la Reina de la Noche, a la que ahora se ha unido Monostatos, trama un último plan para destruir a Sarastro y a sus sacerdotes. Pero son descubiertos a tiempo y condenados a la noche eterna. Todos celebran el triunfo del amor y de la sabiduría.